TRATAMIENTOS DE CALDERAS DE VAPOR
Una caldera de vapor es un dispositivo para convertir el agua en vapor. En este proceso, van sucediéndose varios cambios:
En primer lugar, el agua se va calentando y desprende los gases presentes en ella, fundamentalmente O2 y CO2. El O2 en contacto con el hierro de la zona donde está el agua, va a generar óxido de hierro aumentar el efecto corrosivo en la caldera. El O2 va a salir con la corriente de vapor, continuando así el efecto corrosivo en la línea. El CO2 generado en contacto con el agua va condensando produciendo así ácido carbónico H2CO3 que reduce el PH de la línea de vapor y favorece su corrosión.
En la segunda fase del proceso, se produce la transformación del agua en vapor, la cual se caracteriza por el arrastre de los gases que se liberan en el proceso. Como resultado de esta transformación, las sales presentes en el agua, se depositan en la caldera, lo que puede generar consecuencias negativas en la caldera.
En particular, la concentración de sales en la caldera puede dar lugar a la formación de incrustaciones, las cuales se adhieren a las paredes del sistema, disminuyendo el flujo de vapor y generando un aumento de la presión interna. Asimismo, esta concentración también puede provocar la formación de espuma, lo que resulta especialmente perjudicial, ya que puede afectar el buen funcionamiento del sistema de vapor, así como generar situaciones de riesgo para la seguridad de las personas que trabajan en su operación. Por lo tanto, es importante adoptar medidas de prevención y tratamiento para minimizar estos efectos negativos y asegurar el correcto funcionamiento del sistema de vapor.
Existen diferentes formas de abordar los desafíos que presenta el proceso de generación de vapor y evitar los inconvenientes que pueden surgir. Una de ellas es tratar el agua y neutralizar químicamente las moléculas que generan los problemas, como el oxígeno y el dióxido de carbono. Esta estrategia implica reducir la presencia de oxígeno para prevenir la corrosión del acero, ablandar el agua para evitar la formación de depósitos de cal, agregar acondicionadores de lodo para facilitar la eliminación de los depósitos de sales a través de la purga y, en ocasiones, incluir un neutralizante volátil para neutralizar el ácido carbónico en la línea de vapor, recomendable cuando el porcentaje de retorno de condensados supera el 60%. También es común la adición de un antiespumante para evitar la formación de espuma.
En resumen, existen diversas opciones para prevenir los problemas que pueden surgir durante el proceso de generación de vapor, cada una con sus propias ventajas y desventajas. La elección de la estrategia adecuada dependerá de las necesidades específicas de cada sistema de generación de vapor.